A veces hay cosas que no entendemos


Hay ocasiones en que cosas que suceden a nuestro alrededor nos dejan perplejos. Tratamos de entenderlas poniéndonos en la piel del otro. Hacemos un esfuerzo por practicar ese don de la empatía. Pero por más que lo intentemos no llegamos a meta.

Podemos presenciar como espectadores acciones inmorales y de graves consecuencias, pero no logramos entenderlas. Suele decirse que es preciso escuchar las dos campanas y también preguntar al campanero pero eso está, realmente, al alcance de muy pocos.

Al final, a todos, lo único que nos queda es la conciencia. Quizá marchita de tanto trajinar con ella de un lado para otro, pero en la mayoría de los casos clara y cierta. Clara porque sabemos diferenciar lo bueno de lo malo, el bien del mal. Cierta porque no dudamos de ese juicio y nos aferramos a él quizá como a un salvavidas en medio de tanto caos y maldad.

Y al final, a todos, solo nos queda la conciencia -que no es poco- de haber hecho las cosas como pensábamos que debíamos hacerlas (aunque quizá a algunos no les gustara esa forma de actuar o no les pareciera la mejor), pero en un sitio o en otro, en unas circunstancias o en otras queda un gran reducto de libertad en el que nadie entrará a organizar nada, a criticar nada o a pedir nada que es nuestra conciencia.

Allí, como dice Víctor Frankl en su conocido libro, nadie podrá arrebatarnos la libertad de pensar y de expresar lo que sentimos. Allí, siempre que hayamos hecho bien las cosas, podemos descansar del que persigue, critica, atosiga, molesta e impide que nuestros sueños se cumplan.

Allí, seremos capaces de ver las cosas mejor, quizá porque es el canal por el que nos habla Dios y éste no actúa en beneficio propio ni persigue lucrarse económicamente. Es más, pienso que parte de su grandeza consiste en que solo sabe contar hasta uno, como tantos autores han repetido a lo largo de los siglos.

Si alguien a quien todos tendremos que dar cuenta de nuestra vida es a Él. Y ya no cabrá aducir argumentos subjetivos, sino que sólo prevalecerá la Verdad. Y si la Verdad coincide, se identifica, con nuestra conciencia, habremos logrado el objetivo. Cursum consummavi.

Jesús Vélez

4 comentarios en “A veces hay cosas que no entendemos”

  1. Probablemente muchas de las personas que lean estas encantadoras lineas, no sabrán con exactitud el por qué. Pero eso es lo de menos. Lo importante es saber que uno es libre cuando así lo decide y no cuando te lo manden.
    Salvando las más que evidentes distancias, hoy día ser cristiano sigue siendo motivo de persecución incluso entre los propios. El «sanedrin» sigue enviando a la Cruz a aquellos que intentan vivir en los principios de nuestra confirmación como soldados de Cristo. Son los nuevos martires del mundo moderno. «Todo el mundo tiene un precio». O no. Pues a pesar del miedo, hay quienes, sin dejar de tenerlo, no olvidan que si el pan de cada día es importante, aún más es llegar a la Mesa Celestial. Judas se quedó con las doce monedas entre sus manos vacias, otros prefieren tener entre sus manos los clavos de la redención.

    1. Gracias Miguel.
      Veo que la Generación del 92 sigue dando caña.
      ¿Y el Club Chesterton que hay en Murcia?
      Sigo dándole vueltas a la continuación de este post…
      Un abrazo!

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