Casi dos millones y medio de alumnos no escolarizados en Estados Unidos… en España son cerca de cuatro mil. Si al principio los partidarios del homeschooling argumentaban enfermedades de los hijos, o continuos cambios de domicilio por trabajo, Últimamente se han añadido a la lista de motivos el temor a las drogas, evitar posibles casos de bullying, la violencia en las aulas y… Todo esto, en el fondo, no es más que otra forma de decir que no confían en el sistema educativo.
La libertad de los padres para elegir la enseñanza que quieran para sus hijos está recogida en nuestra constitución y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Para poder elegir el homeschooling harán falta más medios económicos a la vez que se perderán aspectos muy enriquecedores de una escolarización “tradicional”, como la socialización. En el 81% de los casos la instrucción recae exclusivamente sobre las madres, y al no tener regulación ni reconocimiento estatal, es muy difícil –y más caro- acceder a un título oficial (como el de ESO o Bachillerato).
Si hay un número creciente de usuarios desencantados con la educación pública y que deciden seguir otras opciones, puede ser que este servicio público (financiado con nuestros impuestos) en algunos casos no esté cumpliendo su objetivo. Como miembros de la Comunidad Educativa deberíamos preguntárnoslo.
¿Por qué hay tantos alumnos que reciben clases particulares, no de una, sino de varias asignaturas? Esto es algo que genera una enorme desigualdad en función de la renta familiar… Si las clases en el centro no son buenas –o si ni siquiera hay profesor para esa asignatura- sólo los alumnos cuyas familias tengan un determinado nivel de ingresos tendrán acceso a la instrucción.
Es exigible el derecho a elegir de los padres, sí, pero también tenemos que averiguar por qué el descontento es creciente y, desde ahí, hacer lo posible por mejorar, pues estamos hablando de un servicio público que debe ofrecer un mínimo de calidad.